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cuando puedes encontrar tu luz interior.

jueves, 3 de noviembre de 2016

BIBLIOTECAS PÚBLICAS MUNICIPALES: IMPORTANCIA, SITUACION Y DESAFÍOS


Isabel Claros Abarca[1]
1.       Introducción
2.       El sistema nacional de bibliotecas públicas
3.       Las bibliotecas públicas municipales en números
4.       Conclusiones y recomendaciones

Abstract:   A propósito del boletín estadístico 2010-2014 BNP. Se espera que  la información aquí recogida sirva para  mejorar algunas políticas públicas respecto a los esfuerzos que realizan los gestores culturales relacionados al libro y la lectura.  Con énfasis en invertir en la biblioteca pública como espacio vital.

1.    INTRODUCCIÓN

 “Las bibliotecas no son para intelectuales” dice Víctor Vich [2]. En nuestro país, en muchos casos, las bibliotecas se convierten en refugios o lugares de encuentro; tanto con los saberes, como con personas interesadas en aprender y comprender más allá de los recursos cercanos. Comprar el libro no siempre es una posibilidad, tener un espacio de estudio asesorado tampoco.   Si bien las bibliotecas públicas son en muchos casos utilizadas como espacios para el estudio, de  un tiempo a esta parte,  además de ser  los custodios del patrimonio bibliográfico local, también sirven de generadores de integración intergeneracional, gracias a las actividades extras que desarrollan: desde clubs de lectura a exposiciones, trabajo con niños o adolescentes; en la vorágine de la información el enfoque de la biblioteca pública ha cambiado. Son un espacio alternativo, a la calle o a la cabina de internet, donde informarse por cuenta propia o mejor aún con la asesoría del bibliotecario, alguien que pueda recomendar sobre las preguntas que se puedan querer despejar al asistir a la biblioteca. Abrir la biblioteca pública debe alejarse de conceptos como la elitización de la cultura y acercarse mucho más hacia la socialización del conocimiento. Es decir debe dejar de ser el lugar aislado de los centros de cultura para ser un reflejo de la diversidad de saberes.  Esto significa invertir en ampliar la variedad de colecciones de libros, como en mejoras para el acceso a ellos. Invertir en calidad de la lectura, significa propiciar espacios agradables para desarrollarla y compartirla. La cultura de la biblioteca parte de saber compartir. Invertir en espacios adecuados a la lectura, es de alguna manera invertir en seguridad social.

Apostar por servicios y actividades de la biblioteca pública puede repercutir en la democracia; un grupo humano bien informado responde mejor en sus decisiones colectivas; una persona que encuentra gusto en la lectura es una ventana abierta a nuevas posibilidades; además invertir en la biblioteca pública, tiene impronta a largo plazo en la industria editorial;  en el acceso a bagage cultural y mayores oportunidades en democracia. Compartir y tener conciencia del uso público de los libros que la biblioteca administra, ayuda a las personas en el ejercicio de cuidar y compartir los libros y el reforzar valores sobre lo colectivo.  La biblioteca pública bien comprendida, se puede convertir en un espacio para socializar los imaginarios de sus libros o acceder a información organizadamente.  Se dice que la diversidad cultural es un reto para generar propuestas de biblioteca a nivel nacional. Es real y a su vez es el lugar donde podemos comprender más allá de lo que la escuela, la casa y la calle nos ofrece. “Las características propias de nuestro territorio, la interculturalidad, el multilingüismo y las profundas diferencias económicas y sociales deben motivar a los bibliotecarios peruanos a encontrar soluciones o puntos de encuentro para hacer viable que la información esté al alcance de todos. Los Manifiestos de la UNESCO respaldan y justifican la creación de proyectos en torno a aquellos puntos de convergencia. Finalmente las TICs permiten la protección del patrimo­nio documental pero igualmente lo ponen a disposición de cualquier ciudadano, en cualquier lugar y a cualquier hora.”[3] Apostar por la bibliodiversidad y que los anaqueles reflejen apertura a conocimientos propios y ajenos, así como lenguajes múltiples es el reto de la nueva biblioteca pública.

Es paradójico que en el periodo de 1998 al 2010, el número de bibliotecas públicas a nivel país se haya reducido a la mitad. Es posible que frente al incremento del uso de internet;  que abría el acceso a la información, muchos alcaldes hayan visto a las bibliotecas municipales  como espacios obsoletos, innecesarios, costosos o incluso incómodos.  Sin embargo   hacia el 2013 dentro del “auge económico”  resultamos últimos en comprensión lectora en Latinoamérica en el programa para la evaluación internacional de estudiantes (PISA).  La edad de la información nos cogió con déficit de comprensión lectora  y aunque la escuela se entienda como el espacio inicial e idóneo para desarrollarla,  las bibliotecas públicas pueden cumplir el rol de reforzarla, proporcionar criterios de búsqueda, entre otros beneficios ¿Cuál es el estado de las bibliotecas públicas municipales? ¿Cuál es el rol de la biblioteca pública en las comunidades?¿Realmente basta con tener acceso a internet o es necesario contar con espacios para socializar la información? ¿Por qué invertir en la biblioteca pública y cómo?¿qué están ofreciendo las bibliotecas públicas a la comunidad para que se mantengan en el tiempo?  Son algunos de los puntos que exploraré en el siguiente artículo.


2.    CONTEXTO DE LAS BIBLIOTECAS PÚBLICAS MUNICIPALES

En los últimos años en el marco de las políticas de modernización del Estado y proyectos SNIP, hemos sido testigos de la construcción de casas culturales o sociales en diferentes municipios: de la mujer, del joven, del niño, del anciano;  en algunos casos a pedido de la comunidad en los procesos participativos (planes de desarrollo concertado o presupuestos participativos); en otros por voluntad política. Sin embargo la concepción de infraestructura se ha limitado en muchos casos a construcción, obviando presupuestos destinados a la sostenibilidad de la actividad, el uso y gestión de dichas casas.  La construcción de dichos espacios suele responder  a la demanda de espacios públicos seguros, donde la comunidad se integra y como una alternativa distinta a los espacios  comerciales o privados. Implementar bibliotecas en dichos espacios sería una alternativa inteligente que demandaría mayor inversión en la adquisión de volúmenes para lectura en el recinto.  
Al hablar de bibliotecas pública,  la infraestructura pasa por el mantenimiento y cuidado del material bibliográfico que la comunidad comparte; y mirando más allá; el fomento del uso de la biblioteca pública debe considerar el mantenimiento de los espacios y las actividades para la promoción de la lectura, incorporación y renovación de material bibliográfico, además de sistemas mínimos de información que permitan el registro de datos propios de la gestión del recinto.  El funcionamiento de las bibliotecas no son un proyecto aparte y deben en la medida de su contexto, integrarse a programas propios de las comunidades que las albergan. Considerar el índice de retorno de material bibliográfico y explorar las posibilidades de incorporar textos en formatos accesibles no solo a lectores visuales, en este sentido los bibliotecarios pueden conocer mejor las necesidades de su comuna.


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El escritor y filósofo italiano Umberto Eco en su  discurso denominado “De Biblioteca” afirmaba que:
“Usar la biblioteca es un arte a veces muy sutil, no basta que el profesor o el maestro diga en la escuela: ‘Ya que hacen esta investigación, vayan a la biblioteca a buscar el libro’. Es necesario enseñar a los muchachos cómo se usa la biblio­teca, cómo se usa un visor para microfichas, cómo se usa un catálogo, cómo se combate a los responsables de la biblioteca que no cumplen con su deber, cómo se colabora con los responsables de la biblioteca”. Sigue el filósofo reco­mendando a los implicados en el diseño de bibliotecas que además, “el espacio físico, el edificio donde funciona la biblioteca pública, debe ser ubicado en un lugar central, de fácil acceso y abierto en horarios apropiados para todos, debe ser además de aspecto agradable y acogedor; y por último, es esencial que los lectores puedan acercarse directamente a los estantes.”[4]


2.    1.  EL SISTEMA NACIONAL DE BIBLIOTECAS PÚBLICAS (SNB)

El Sistema Nacional de Bibliotecas fue creado por Decreto Supremo Nº 33-83-ED del 31 de octubre de 1983, durante el gobierno de Fernando Belaúnde Terry. La Biblioteca Nacional del Perú aún dependía del Ministerio de Educación. Con el nuevo sistema se buscó generar autonomía administrativa a las bibliotecas escolares, dependiendo únicamente del colegio anfitrión. Además, se crean bibliotecas escolares pilotos y estaciones bibliotecarias conocidas como Bibliotecas Públicas Modelo, creadas también bajo el Fondo San Martín. Desde sus inicios el Sistema Nacional de Bibliotecas planteó que ante la cantidad, variedad demográfica y geográfica de las bibliotecas a nivel nacional, éstas tenían que depender administrativamente de las entidades del Estado más próximas, es decir, los gobiernos locales o administraciones comunitarias, debido a su cercanía y conocimiento de las necesidades jurisdiccionales.[5]

Según el marco legal vigente la Biblioteca Nacional del Perú es el órgano rector técnico y normativo del Sistema Nacional de Bibliotecas. A su vez, este sistema o red está integrado por bibliotecas escolares, bibliotecas universitarias y de educación superior, bibliotecas especializadas, centros de documentación, centros de información y “bibliotecas públicas”, que administrativa y financieramente dependen de sus respectivas instituciones o entidades jurisdiccionales, sea municipalidad, institución educativa, organismo o dependencia gubernamental, universidad, etcétera.
Actualmente el sistema se compone por:

a)      La Biblioteca Nacional del Perú, como ente rector del SNB.
b)      Los Centros Coordinadores Regionales de Bibliotecas.
c)      Las bibliotecas públicas existentes en los ámbitos regional, local y centros poblados menores.
d)      Las bibliotecas y redes de servicios bibliotecarios de los organismos públicos y de las instituciones educativas públicas de todos los niveles.
Dentro de este conglomerado de bibliotecas, las “bibliotecas públicas”, constituyen un subsistema del Sistema Nacional de Bibliotecas. Dentro de las bibliotecas denominadas públicas se puede observar tres tipos diferenciados. El primer tipo corresponde a las bibliotecas públicas municipales, que dependen por Ley de las municipalidades, ya sean provinciales, distritales y delegadas. Un segundo grupo tipológico comprendido por las bibliotecas públicas comunales, que dependen de las organizaciones comunales. Y finalmente, las bibliotecas públicas parroquiales, que dependen de las parroquias locales. [6]

Si bien son muchas las necesidades de la biblioteca pública, se debe mencionar lo avanzado en esta materia: designación de centros coordinadores regionales, catálogo  automatizado unido (aún en proceso) y la biblioteca virtual, manuales para la gestión bibliotecaria, donación de material bibliográfico, capacitación bibliotecaria y actividades de fomento del libro y la lectura, todos ellos realizados con los escasos recursos humanos y materiales asignados.

 Hasta fines del 2015 se trabajó la meta 27: “Desarrollo de un Plan Municipal del Libro y la Lectura 2016 – 2021 y su aprobación mediante una Ordenanza municipal”.  Como parte del plan de Incentivos del MEF y la acción de la Dirección del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura.  Se ha venido formulando con mayor detalle planes locales de fomento del libro y la lectura en 40 ciudades tipo A [7] : 35 distritos de Lima y 5 ciudades provinciales: Callao, Tacna, Arequipa Chiclayo y Trujillo.  El objetivo ha sido lograr que los gobiernos locales cuenten con una línea de base actualizada sobre la situación de sus distritos, en lo referente al libro y la lectura; reconocer a los actores locales de la cadena del libro y la situación de la infraestructura de las bibliotecas públicas y escolares (por infraestructura se debe entender más allá del espacio, principalmente a los libros). Cada distrito ha puesto un énfasis en sus respectivos planes y es menester de las municipalidades brindar las facilidades necesarias para que se implementen en los siguientes años de manera sostenida.

3.    LA BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL EN NUMEROS

Gracias al Registro Nacional de Municipalidades - RENAMU, se cuenta con un estudio del  2010 al 2014:  el 3er Boletín estadístico de Bibliotecas  Municipales, de la dirección ejecutiva de promoción y desarrollo de Bibliotecas públicas, de la Biblioteca nacional.


En el año 2014, se contabilizaron 889 bibliotecas activas en 826 municipalidades, el 55% de municipalidades no cuenta con una biblioteca pública municipal. Es importante hacer la acotación de que una biblioteca de mediana escala puede abarcar radios de atención mayores al propio territorio en ciudades medianas y a su vez que el rol de las bibliotecas públicas municipales no debieran competir con otras bibliotecas públicas que puedan encontrarse en los territorios, como vimos anteriormente. Dato a considerar cuando de alianzas para fortalecerlas se trata.

En el Atlas de Infraestructura y Patrimonio Cultural  de las Américas se refiere que entre los años 1998 y el 2010 se redujeron a la mitad la cantidad de bibliotecas públicas. (De 1442 a 785 bibliotecas públicas municipales) Aún no se han establecido las razones de este grave proceso de disminución.[8]

Si han existido 2 épocas en la historia en que la biblioteca pública tomó importancia en la agenda nacional fueron en los años 20 en el centenario de la independencia y entre los 40 y 50s, cuando gracias a Jorge Basadre que, desde la Biblioteca Nacional del Perú y del Ministerio de Educación, las Bibliotecas Escolares y Públicas recibieron una mayor atención gubernamental con el Fondo San Martin.[9]

 Hasta mediados de los ochenta, con el proceso de violencia política, se fueron empobreciendo y en muchos casos, se convir­tieron en víctimas del saqueo y la destrucción.” Hacia inicios de los noventas se contaron hasta con 2058 bibliotecas públicas a nivel país. Sin embargo en la actualidad, desde el 2010 se registra una media de 890.  En los últimos 5 años  han fluctuado entre el cierre y la reapertura de 5 a 10 bibliotecas al año.


La distribución geográfica de las bibliotecas públicas,  al 2010 tendía a la centralización como suele suceder en otros subsectores de la cultura. Los departamentos con mayor número de bibliotecas públicas municipales son: Lima con 87, seguido del departamento de Junín con 62, los departamentos de Piura y Ancash cada uno con 61 bibliotecas públicas municipales.

Del mismo modo los departamentos con mayor limitaciones en el  acceso a la información y a la diversidad cultural bibliográfica eran los departamentos de: Moquegua con 9 bibliotecas públicas municipales, Tacna con 7 y Madre de Dios con solamente una biblioteca pública municipal en todo el departamento.[10]

Al 2015 las regiones con mayor promedio de cobertura de bibliotecas municipales son Callao (100%), Piura (98%), Tumbes (85%), Lambayeque (78%) y Ucayali (71%).Por otro lado, las regiones con menor promedio de cobertura de bibliotecas municipales son Madre de Dios (9%), Amazonas (21%), Tacna (27%), Huánuco (31%) y Cusco (32%).[11]


En cuanto a la demanda del servicio: Del mapa se observa que los departamentos con mayor atención son Piura, La Libertad, Ancash, Lima y Cusco; seguidos por Arequipa, Puno y Junín.
Solo como una versión de medida; se menciona que los distritos de San Isidro y Miraflores superan los 120 mil visitas anuales; Miraflores contabilizaba al 2009[12] una dinámica de 3000 mil personas por mes. Se debe acotar que ambos espacios se encuentran en centros culturales lo cual es un factor a su favor en cuanto a costos y gestión.  En Lima la lista la presidía San Juan de Lurigancho con 4500 visitas mensuales, a pesar de contar con pocos volúmenes por habitante. Los municipios de Chosica, Santa Anita, Lince y Villa El Salvador también se ubican en la lista de las más visitadas.   En cuanto a las regiones, las bibliotecas municipales de Cusco, Piura y Arequipa superan las 6000 atenciones al mes.
El caso de Cusco es particular, ya que cuenta con gran demanda y uso de los servicios bibliotecarios. (hasta 9000 usuarios al mes); no es parte de un centro cultural y se encuentra en una de las regiones con menor  cobertura en número de bibliotecas municipales distritales. Podríamos decir que es fundamental el trabajo y rol que viene operando dicha biblioteca y se hace necesario mayor apoyo financiero para su correcto funcionamiento. De otro lado, ampliar la cobertura de la biblioteca o generar alianzas con otras sedes cercanas a su territorio podría ser una alternativa en la gestión de darse el incremento financiero.
En cuanto a la calidad de espacios, son 15 las bibliotecas de más de 1000 m2; el estándar internacional menciona que el mínimo de 150 m2; sin embargo a nivel país solo el 30% de bibliotecas supera dicho estándar. El 50% de bibliotecas públicas municipales no superan los 50 m2. Entre las regiones con espacios más reducidos destinados al servicio de bibliotecas, en el año 2014, encontramos a Madre de Dios, Tacna, Moquegua y Pasco
Un dato alentador es que el 80% de las bibliotecas públicas municipales cuentas con personal exclusivo para la biblioteca. Las regiones que contaban con la mayor cantidad de profesionales en las bibliotecas públicas municipales son:  Lima (53), Cusco (26), Ancash y Junín con 23 cada una. En el otro extremo se encuentran las regiones que emplean menos profesionales en las bibliotecas municipales y son Madre de Dios (0), Loreto (1), Tumbes (1), Moquegua (2), Lambayeque, San Martín y Tacna con 3 cada una, seguidas de Amazonas, Callao y Ucayali con 4 profesionales.
No se menciona lo referente a la estabilidad laboral de los bibliotecarios; aunque en buena cuenta son ellos el alma de las bibliotecas; los promotores de la lectura y los que logran que un espacio de lectura sea más accesible o no.  La familiaridad del bibliotecario con el patrimonio bibliográfico es importante para asesorar o recomendar. Son también importantes las capacitaciones que puedan recibir y su incorporación en los planes de lectura que se puedan implementar en los distritos.
Las  instituciones que brindan capacitación al personal de  las bibliotecas públicas municipales son: la Biblioteca Nacional del Perú, ONGs, universidades, institutos superiores y el colegio de bibliotecólogos.

A nivel de material bibliográfico: Se observa una disminución del 22% en folletos  del 2010 al 2014. El número total de libros en las bibliotecas públicas municipales a nivel nacional está cercano a los 2 millones. Se incrementó el número de volúmenes hacia el 2012. En cuanto a libros electrónicos, se cuenta con poco más de 25000 volúmenes. En cuanto a material audiovisual, ha venido disminuyendo desde el 2011  de 21 a 17 mil archivos.  Si bien es una tendencia moderada en la disminución de volúmenes; es preciso tomar las medidas necesarias para que el material pueda ser de acceso público y no siga la tendencia.

Un caso particular es el material braile: siendo muy pocos los volúmenes con los que se cuentan 1778.  Un espacio en Lima que está trabajando bien este tema es San Borja, que trabaja con servicios para personas invidentes desde el 2007.
Ellos cuentan  con una sala especial con más de 700 textos parlantes (literatura grabada en caset) y en braille. “El 60% de los 20.168 volúmenes está registrado en el sistema electrónico de búsqueda por computadora. Nosotros recibimos en promedio 650 personas por mes”


SERVICIOS.
Dentro de los servicios que prestan las bibliotecas encontramos que menos de la mitad ofrecen servicios distintos a la lectura en sala. El  41% presta a domicilio. El 30% trabaja programas del libro y la lectura. El 12% cuenta con sala infantil y el 12% cuenta con catálogo de acceso público. Solo un 11% trabaja programas de formación de públicos.  Servicios como los de información de referencia, (información sobre resolución de temas cotidianos) se pueden implementar en bibliotecas pequeñas con la capacitación adecuada.

4.    CONCLUSIONES y RECOMENDACIONES

Un factor clave para el despe­gue de una biblioteca municipal tiene que ver con la convicción de las autoridades y la participación de la comunidad. No son pocos los casos en que las mu­nicipalidades con altos ingresos económicos, pero con autoridades poco sensibles a la pluriculturalidad y la importancia de estos espacios, mantienen servicios bibliotecarios incipientes o excluyentes; mientras que municipalidades pequeñas, distritales, con apoyo de su comunidad, logran edificar e implementar bibliotecas con vida propia. El detalle estará siempre en mejorar el servicio de biblioteca con fondos adecuados a la complejidad del espacio.

 La clave está en las personas que gestionan las bibliotecas y su proyección hacia las necesidades de su ciudad o comunidad.

Según el DS 022-2014 MC: La biblioteca pública municipal, Se halla bajo la administración de un municipio, quien solventa: los costos de operación del servicio bibliotecario (infraestructura, equipamiento, personal, colecciones, servicios básicos). Aunque, cabe la posibilidad de tener una administración compartida con otra entidad pública o privada.

En el caso de las municipalidades que generan proyectos de inversión pública para las bibliotecas, deben considerar que el rubro de infraestructura no compete solo al mantenimiento de los inmuebles, sino a renovación de libros (desde formatos digitales, hasta documentos impresos), el requerimiento de dichos ejemplares puede estar relacionado a socializar información en diferentes idiomas, formatos y sobre todo fuentes.  Fundamentar las adquisiciones viene en buena cuenta por la demanda de textos de parte del público, así como por las necesidades de para complementar información fidedigna, evitar la censura es el mayor favor que le pueden hacer a la biblioteca pública.

Al cierre del 2010 se presentaron a través del Sistema Nacional de Inversión Pública-SNIP 419 proyec­tos viables relacionados al tema de las bibliotecas. Estos proyectos estaban marcadamente orientados a ampliar, modificar o construir el espacio físico, dato comprensible si solo el 30% de bibliotecas públicas municipales  superaban el estándar mínimo de 150m2.

Sin embargo, algunos detalles que se le pueden escapar al MEF, al MINCUL son que en ocasiones los espacios culturales de propiedad estatal son subutilizados como depósitos de las gestiones municipales de turno o son resguardados como si se tratase del santo grial, frente a la pérdida de libros. Resulta que fidelizar a los usuarios de las bibliotecas públicas y de cualquier espacio de cultura es igual de importante para que estas subsistan. Frente a este proceso ¿Qué hacer desde el Estado? 

-       En primera instancia recomiendo que se amplíen los criterios para recoger las recomendaciones que se han trabajado en los Planes Municipales del Libro y la Lectura 2016 – 2021; que estos no se queden en la buena intención del proceso de planificación sino que sean incorporados en los presupuestos anuales de los gobiernos locales y regionales (PIA y POI); que sean planteados en los planes  concertados locales si se trata de lograr alianzas público privadas.

-       Es necesario que se amplíen o actualicen los criterios del MEF para designar tipos de municipalidades; lo mismo para los centros coordinadores regionales. El trabajo por metas (meta 27) es importante pero sirve a corto plazo; los procesos culturales son eminentemente tiempo y personas, en todo caso debiesen continuar y extenderse hacia lo que denominan como tipo B  o reconsiderar una segunda fase hacia a las bibliotecas que cubren los 150m2  y a su vez se encuentren en actividad. La idea no es seguir construyendo centros culturales a manera de elefantes blancos, sino fortalecer el trabajo de aquellas que convocan. Si bien este texto se ha dirigido hacia las bibliotecas municipales, estas deben incorporar los aprendizajes y aportes de las bibliotecas escolares y comunales, procurando complementar su acción. Promover la colaboración entre dichos espacios es pensar a futuro.

-       Existe un desconocimiento extendido sobre la posibilidad de desarrollar adquisiciones de libros como parte de la infraestructura de la Biblioteca o incluso buscar el presupuesto para desarrollar proyectos de difusión y promoción cultural en el que se incluyan programas de lectura, entre otros.[13]

-       Ampliación y diversificación de los servicios de la Biblioteca Pública con el fin de estimular la concurrencia de un mayor número de usuarios, poniendo énfasis en los servicios culturales y en los servicios de información orientados a resolver problemas concretos de los usuarios.[14]

-       Promoción de la participación de la comunidad en la organización de las actividades de extensión cultural así como los proyectos de desarrollo de la biblioteca.




[1] Miembro de AyR Consultores, especialista en Gestión Cultural
[2]  Opinión ~ Domingo, 15 Mar 2015 http://ojo-publico.com/37/las-bibliotecas-no-son-para-intelectuales
[3] Martha Fernández de López.“Las bibliotecas públicas en la sociedad de la información” en: La Biblioteca Pública en el Perú. Compiladora: Beatriz Prieto Celi. Universidad Ricardo Palma Lima: 2010. p 17- 98
[4] “Atlas de Infraestructura y Patrimonio Cultural de las Américas: Perú”
Primera edición, 2011 D. R. Fundación Interamericana de Cultura y Desarrollo, Ministerio de Cultura
[5] “Atlas de Infraestructura y Patrimonio Cultural de las Américas: Perú”
[6] “Atlas de Infraestructura y Patrimonio Cultural de las Américas: Perú”

[7] Municipalidades tipo A (según la clasificación del MEF)
[8] Boletín Estadístico 2010-2014 BNP
[9] Castro Aliaga, César Augusto La Biblioteca Nacional  del Perú y las bibliotecas públicas municipales: avances y perspectivas. Castro Aliaga, César Augusto
[10] “Atlas de Infraestructura y Patrimonio Cultural de las Américas: Perú”
[11] BOLETÍN ESTADÍSTICO: SISTEMA NACIONAL DE BIBLIOTECAS, página 12
[13] “Atlas de Infraestructura y Patrimonio Cultural de las Américas: Perú”
[14] “La biblioteca Nacional del Perú y las bibliotecas públicas municipales; avances y perspectivas.” Castro Aliaga, Cesar Augusto







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